2017 se despide con temperaturas extremas en norteamérica, en muchos casos inferiores a los -20 y -25ºC en algunas zonas del continente esta semana.
Estamos hablando de temperaturas de casi 20 grados bajo cero los próximos días en ciudades como Chicago (estado de Illinois); la tercera ciudad más habitada de Estados Unidos. También destacan los -20/-22ºC previstos para Detroit (Míchigan) y hasta ¡-26ºC! en Minneapolis (Minnesota).
Y es que gran parte de Norteamérica se encuentra bajo los efectos de una importante masa de aire frío de origen ártico que estos días discurre entre las regiones habitualmente más frías de este lado del mundo.
Como muestra la figura superior, esta lengua de aire muy frío se extiende sobre la mayor parte de Canadá y el interior-este de Estados Unidos, e incluso alcanzando a los estados más meridionales.
Sólo el cuadrante suroeste del país se encuentra completamente al margen de esta situación, con temperaturas bastante agradables e incluso algo cálidas, de más de 16 y hasta casi 20ºC en estados como California y, sobre todo, Arizona y Nuevo México.
¿Alguna consecuencia en Europa?
Una de las principales consecuencias para Europa de la presencia de tanto aire frío sobre Norteamérica lo encontramos en el hecho de la enorme cantidad de aire frío que vierte hacia el Atlántico, y que tiende a acercarnos el anticiclón de las Azores a la península.
Mientras, ese aire frío sale de norteamérica e interacciona con aire más templado y húmedo de procedencia tropical en el Atlántico, generando continuas borrascas frente a las costas orientales de Estados Unidos, que luego viajan rápidamente hasta Europa en forma de violentos temporales para las Islas Británicas y otras muchas zonas del oeste y centro de Europa.
En la península quedamos en ‘tierra de nadie’, con la presencia del anticiclón en gran parte del interior y suroeste peninsular, pero con el roce de estos temporales atlánticos por las comunidades del norte, que incluso asocian nevadas generalizadas eventuales, vientos fuertes y un notable mal estado del mar en puntos del cantábrico.
Por lo tanto, los efectos en la península tienden a ser negativos -de media- en términos de precipitación cuando se producen estas irrupciones de aire extremadamente frío en Norteamérica, con un dominio general del anticiclón al oeste del país.