La fotografía invernal es uno de los grandes atractivos de mucha gente. Sin embargo, en días de ambiente muy frío, la condensación es uno de los principales problemas para nuestro equipo fotográfico, pudiendo hacer mella en la cámara y objetivos, e incluso causar daños permanentes.
Es por esta razón por lo que debemos evitar los cambios bruscos de temperatura (a menos que el equipo esté preparado para ello). No debemos cambiar constantemente de entorno dentro y fuera del coche, casa, hotel, restaurante o de la propia estación de esquí.
Al introducir rápidamente en interiores la cámara y objetivos con temperaturas frías del exterior, se formará condensación de manera inmediata. Para evitar que esto suceda es recomendable colocar la cámara dentro de una bolsa de plástico mientras estemos fuera, para que el cambio de temperatura hacia un entorno de interior sea más gradual.
Esto permitirá, por tanto, que dichos elementos alcancen la ‘temperatura indoor’ más lentamente. Además, ya en casa, es recomendable quitar todas las tapaderas de los objetivos usados y ponerlos sobre una toalla para que se sequen en su totalidad.
También podemos quitar la tapa del cuerpo de la cámara y colocarla boca abajo sobre la toalla. Y es que, al fin y al cabo, lo que queremos es que nuestro equipo esté completamente seco tras una sesión de fotos invernales, y listo para su siguiente uso.
Aún así, toda precaución es insuficiente, e inevitablemente se forma algo de condensación, por lo que también es conveniente llevar un par de pequeños paños de limpieza.
Agotamiento de baterías por acción del frío
La batería es otro de los elementos más afectados por el frío y los cambios de temperatura. A todos nos ha pasado que el móvil deja de funcionar correctamente bajo condiciones especialmente gélidas de alta montaña, mostrando un nivel de batería muy bajo cuando minutos antes habíamos comprobado que estaba al 80-90% de carga.
En cámara, se estima que fotografiar con temperaturas de unos 8/10°C puede hacer que la vida de la batería se agote hasta la mitad en muy poco tiempo, lo que significa que en entornos mucho más fríos podemos llegar a quedarnos rápidamente sin ella.
En este sentido, conviene tener varias baterías de repuesto y llevarlas en un bolsillo interior para mantener el calor; esto ayudará a maximizar su vida hasta que empecemos a usarlas, así como introducir en calor las que ya se hayan agotado por acción del frío.
Pueden usarse calientamanos para mantenerlas en buen estado, que, además, no es demasiado caro y pueden ser realmente útiles en dichas condiciones.
Por otro lado, también podemos desactivar temporalmente todas aquellas funciones innecesarias de la cámara para así ahorrar más batería. Esto incluye la pantalla LCD (iluminación y la parte táctil de la propia pantalla), flash, estabilizador de imagen, e incluso el enfoque automático si es posible.
Ojo también con las tarjetas de memoria!
Aunque las tarjetas de memoria de gama alta están totalmente preparadas para trabajar bajo condiciones muy frías, muchas otras tarjetas más baratas y muy usadas por usuarios principiantes no están tan bien protegidas de los efectos del duro invierno.
En este caso, no es necesario aplicar demasiado calor para mantenerlas en buen estado, pero sí guardarlas adecuadamente en un bolsillo interior, donde incluso se puedan beneficiar del propio calor corporal.
Eso sí, conviene evitar guardarlas demasiado cerca de nuestro cuerpo, sobre todo si vamos a realizar actividades exigentes que puedan hacernos sudar bajo la ropa de invierno. ¡La humedad es incluso peor que las temperaturas frías! Para ello es mejor tenerlas en una funda para tarjetas de memoria a prueba de agua.
Así pues, teniendo en cuenta todo lo anterior podremos salir más tranquilos a fotear en condiciones invernales, aunque sin olvidarnos, por supuesto, de ir muy bien abrigados también nosotros mismos!